Para combatir las doctrinas protestantes, los papas encontraron preciosos auxiliares en las órdenes religiosas. De todas ellas, la que ocupó principal puesto en la historia fue la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por el español Ignacio de Loyola.
La compañía, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida por la más severa disciplina, gobernada por un general que disponía de una autoridad absoluta, y sometida enteramente al papa. La regla esencial es, como en un ejército, la obediencia pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener otra voluntad que la de sus jefes. Debe, dicen las Constituciones, "obedecer como el bastón en manos del viajero" y ser, entre las manos de sus superiores, "como un cadáver".
La compañía, creada para el combate, fue organizada como un cuerpo de ejército, regida por la más severa disciplina, gobernada por un general que disponía de una autoridad absoluta, y sometida enteramente al papa. La regla esencial es, como en un ejército, la obediencia pasiva. El que deseaba ser soldado de Jesús, o jesuita, debía renunciar a tener otra voluntad que la de sus jefes. Debe, dicen las Constituciones, "obedecer como el bastón en manos del viajero" y ser, entre las manos de sus superiores, "como un cadáver".
Los jesuitas obraron por la predicación, pero sobre todo por la confesión y educación. Supieron atraer a sus colegios a los hijos de los nobles, y hasta a los hijos de los príncipes soberanos. Por los jesuitas fue que Alemania del Sur, y especialmente Baviera y Austria, fueron reconquistados al protestantismo. El mismo éxito tuvieron en la parte de los Países Bajos que forma hoy Bélgica.
Por donde quiera que los jesuitas ejercieron su acción, tuvieron en vista el interés general del catolicismo, y no el interés particular de un soberano o de un Estado. Fueron únicamente los soldados de Cristo; es decir, los soldados del papa, su vicario. Según su divisa, combatieron ad majorem Dei gloriam, "por la mayor gloria de Dios" y por la Iglesia Universal. En esto fueron internacionalistas, lo que despertó la desconfianza y la hostilidad de muchos gobiernos respecto a ellos.
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